El
propósito del esfuerzo es el beneficio. Las personas trabajan por el
salario, y las empresas por la utilidad, que no es más que la
ganancia de los dueños.
Este
beneficio puede ser actual; futuro (invierten durante un tiempo con
la idea de obtener más adelante en el tiempo una utilidad mayor a la
actual); o incluso potencial (se arriesgan a obtener una -aún mayor-
utilidad, aún sin saber si el negocio va a funcionar).
Cuanto
mayor es la dificultad o el riesgo de perder lo que se tiene, mayor
es el beneficio que se le pide a lo que uno hace.
Eso
quiere decir que no todos los negocios son iguales, no todos están
sometidos al mismo riesgo y no todos tienen o deberían tener el
mismo beneficio.
En
un extremo, el empleado obtiene un salario menor a la ganancia de la
empresa, pero lo cobra igual (en tanto la empresa gane o pierda, pero
exista). En el otro extremo, las grandes obras de explotación como
mineras y petroleras, necesitan mucha inversión y tienen mucho
riesgo y eventualmente piden estabilidad y más beneficios.
Pero
les cobramos más o menos el mismo impuesto, 35% de ganancias, 21% de
IVA, más menos 4% de Ingresos Brutos, 27% de cargas sociales, y un
vergonzoso “otros” por -digamos otro- 2 o 3% (tasas por
servicios que no se prestan, regulaciones específicas, combustibles,
etc.). A ello se agregan los derechos de importación sobre materias
primas y máquinas, y de exportación sobre sus productos
(retenciones). Luego hay otra variable no controlable por nosotros
(Argentinos), que son los impuestos que les cobran en otros países a
los productos que exportamos.
Algunos
dicen que no importa todo esto, porque las empresas trasladan todo
eso al precio. Es decir que mantienen su beneficio, y los impuestos
los pagan los consumidores. Pero esto no es completamente cierto, ya
que en cierto punto los consumidores comienzan a comprar otro
producto (otra marca, uno inferior, o el mismo en otro país donde
sea más barato).
Y
qué pasa con la mayoría que no puede imponer el precio y trasladar
todo… reduce su beneficio, deja de pagar lo que le correspondería
(evade), o cierra.
Casualmente
todo eso pasa en Argentina, y todo junto.
Entonces
a propósito de
http://www.iprofesional.com/notas/254742-impuestos-congreso-presupuesto-Para-Dujovne-el-sistema-tributario-argentino-es-desordenado-y-volatil
y
http://www.iprofesional.com/notas/254707-brasil-iva-impuestos-Mas-presion-para-Argentina-Brasil-quiere-transformar-su-sistema-tributario
Alguien
se toma el trabajo de ver si los impuestos son pagables?
Si
la sumatoria de todos los impuestos que una persona o empresa tiene
que pagar por su actividad (presión tributaria real) es superior o
inferior al beneficio que obtiene? O en qué %? O si conviene bajarlo
para que no se traslade a los precios?
Se
supone, que los impuestos son una parte de los beneficios, pero esto
no es así… el único que se calcula sobre una ganancia casi real,
es justamente el Impuesto a las Ganancias. Y digo casi, porque el
mecanismo hace caer el impuesto sobre algunas ganancias ficticias
(como la inflación). Los demás, son todos o casi todos sobre los
ingresos sin casi tener en cuenta los gastos (IVA, Ingresos Brutos,
Tasas de seguridad e higiene, etc.) y el resto sobre el valor de los
bienes sin importar sobre qué repercuten (Internos, Aduaneros, ABL,
Patentes, Bienes Personales).
Si
a eso le sumamos que todos los impuestos se reparten entre todos
(Ganancias, e IVA se reparten entre la Nación y las Provincias, y
las Provincias reparten parte de eso y de Ingresos Brutos entre ellas
y los Municipios), qué sentido tiene mantenerlos diferenciados? (Más
que una idea anticuada de un federalismo que nunca existió).
Si
tuvieramos un impuesto único o dos, sería probablemente el sistema
tributario más simple del mundo, con un sistema de coparticipación
de beneficios igualmente complicado al actual (lo mejor sería
vincular la asignación del gasto a la eficiencia en la recaudación y la gestión del territorio).
Dicen
que más simple es más injusto, y más justo es más complicado...yo
creo que lo complicado y justo en la teoría, es igual de injusto en
la práctica, por lo que prefiero lo simple.
Además, si sólo se fiscaliza a poquitos contribuyentes por año y de esos procesos surge que la mayoría evade, el problema es el sistema que no funciona. Debería revisar a más contribuyentes y de ellos, la mayoría debería tener mínimos ajustes... de ese modo se está ante un sistema que funciona bien.
Además, si sólo se fiscaliza a poquitos contribuyentes por año y de esos procesos surge que la mayoría evade, el problema es el sistema que no funciona. Debería revisar a más contribuyentes y de ellos, la mayoría debería tener mínimos ajustes... de ese modo se está ante un sistema que funciona bien.
Entonces, podríamos tener un impuesto único, fácil de entender, recaudar y verificar, dividido en 4
categorías:
-
Empleado / Autoempleado:
Los
empleados hoy efectúan aportes por el 13% de sus salarios, con más
las retenciones del impuesto a las ganancias (cuyo cálculo es
odioso).
Podrían
abonar el 15% directo de la remuneración -sin
ganancias-
y que dicha suma sea luego distribuida
por el Fisco a sus correspondientes destinos.
Podría
eliminarse el autónomo y el responsable inscripto sin empleados,
como el monotributo de ahora pero todavía más simple y más
abarcativo. Un porcentaje de impuesto fijo por
valor de factura o recibo.
Hoy
por hoy, el monotributo completo es -en promedio- un 7% de la venta,
si le sumamos un 3% de Ingresos Brutos, y un 5% de otros tributos
(Bienes personales, Patentes y ABL o tasas municipales -que
representarían aproximadamente eso, de un ingreso promedio-)
perfectamente el Fisco podría “Vender” facturas electrónicas
oficiales al 15% (único modo que sería aceptable para justificar
ingresos y gastos a título oneroso). No haría falta discriminarlo.
Con
lo dicho, se eliminaría además la desigualdad tributaria actual
entre asalariados, monotributistas y autónomos.
No
existe nada más simple que las facturas o recibos oficializados por
el propio fisco, previo pago del 15% en concepto de impuesto, y para
todo el mundo por igual (la magia del porcentaje se ocupará de que
los que ganen más paguen más).
Sin
pagos mensuales, ni mínimos, y en el caso de que se venda a crédito
se podría emitir la factura, la cual podría ser oficializada recién
al momento de percibir los fondos y pagar el tributo, validando el
ingreso y el gasto (para los grandes contribuyentes).
Lo
único que deberá controlar el Fisco, es el comercio sin factura,
con duras sanciones pero a la vez, ampliando la base tributaria.
-
MiPyMEs:
Empresas
con empleados, pequeñas y medianas (verdaderas micro y pequeñas
empresas), sociedades que empleen a sus socios o que su utilidad
total anual, incluyendo los beneficios al directorio o responsables,
no supere -digamos- 500 salarios mínimos (beneficio mensual para el
dueño a precio de hoy, de unos $400.000).
Estos
pagarían un impuesto fijo calculado para cada rubro, como el
Monotributo actual, pero más complejo. Con más categorías
(minorista, mayorista, industria, servicios, intermediación, etc.),
segmentos y un valor fijo de contribuciones patronales por empleado.
Hoy
por hoy en la Ciudad, la suma total de ingresos por salarios divido
la cantidad de trabajadores, arroja un salario promedio de unos
$17000, suponiendo la carga de las contribuciones patronales en un
27%, se podría determinar una contribución fija por empleado de
unos $4500 o mejor, de ½ sueldo mínimo.
Así,
la empresa abonará la suma fija de la categoría que le corresponda
y tantos medios salarios mínimos como empleados tenga.
Sería
ideal, que los montos fijos preestablecidos por el fisco no
representen más de un 15% del beneficio.
-
Grandes y Muy Grandes contribuyentes:
A
este grupo por encima del resto (bastarían que sean el 40% del total
de empresas del país), se le aplicaría un
impuesto unificado, pero variable, ya
que debería ser aproximadamente un
25% del beneficio neto del negocio.
El
objetivo es que el impuesto sea muy previsible. Sería ideal un
calculo a tres años vista, que se ajuste año a año en el que
período que se va incorporando.
De
ese modo, el Fisco tiene tiempo de analizar a esas -digamos 450.000
empresas en todo el país que superarían las MiPyMEs- con unos 6000
inspectores.
La
alícuota del impuesto variará en función de la rentabilidad de
cada rubro o sector empresario.
Si
dan los números, podría mantenerse la carga fija por cada empleado,
y que los mayores aportes y contribuciones pasen a ser de libre
acuerdo entre las partes, generando diferentes incentivos pero no
necesariamente costos impositivos.
Lo
mismo sería acordar un impuesto a pagar con el Fisco para nuevas
grandes empresas (con ciertos límites de mínimos y temporales), con
controles que ahora podrían estar unificados orgánicamente y
descentralizados geográficamente.
-
Por último, Inversores en bienes registrables:
Podría
darse el caso de personas o empresas que sólo posean bienes
registrables (inmuebles y rodados), y que no realicen ninguna otra
actividad o no los tengan afectados a generar ingresos (raro, porque de algún modo deberían tener ingresos para
mantenerlos), pero aún así… podría existir un impuesto a la mera
inversión, de digamos el 1,5% de su valor por año.
Sería
estimativamente el doble de lo que pagaría si lo rentara,
aproximadamente lo mismo que hoy abona por bienes personales y tasas.
Panorama
Quedarían
afuera, las tasas por servicios efectivamente prestados (que
involucren la entrega de bienes concretos, no siendo suficiente el
mero control), las barreras aduaneras y los beneficios fiscales
(quizás neutralizándose mutuamente a los fines recaudatorios), para
su planeamiento y ajuste estratégico, y no con fines recaudatorios o
fiscales.
Es
una locura?, y si pensamos que los Derechos de Importación se fijan
específicamente por cada producto?… y que el Fisco cuenta con una
base de datos de empresas de varios tamaños y de todos los rubros de
todo el mundo? (las que utilizan para revisar los estudios de precios
de transferencia)…. Ya no parece tan imposible.
Se
podría hacer el siguiente trabajo:
1)
Determinar por rubro y por tamaño, la rentabilidad de las empresas
2)
Establecer la sumatoria de impuestos que garanticen el presupuesto
actual
3)
Establecer la cantidad de impuestos totales que pagan las empresas de
esos rubros y tamaños (Presión tributaria actual)
4)
Fijar el monto de impuesto por empresa (Impuesto unificado) tal que:
-
Impuesto sea = o menor que la Presión tributaria actual
-
La sumatoria de los impuestos sea = que la recaudación total actual
5)
Luego
se podrá ir bajando, o subiendo determinando más fácilmente
la tolerancia al tributo y -por su simplicidad- la ampliación de la
base de contribuyentes (deseable).
Esto
permitiría además:
a)
Eliminar gran parte de la carga administrativa de determinación de
los gravámenes que
pesa en las empresas y destinar esos recursos a su producción.
b)
Eliminar los regímenes de retención y percepción y los indeseables
saldos a favor que
acumulan deudas ocultas en los presupuestos fiscales, y créditos
incobrables para los contribuyentes.
c)
Reducir la carga de las administraciones tributarias al
establecimiento de los valores y a la detección de quienes están
fuera del sistema, y muy mínimamente a la fiscalización de la
correspondencia entre lo declarado para aplicar al impuesto y la
realidad.
d)
Eliminar gran parte de las contingencias empresarias, facilitando la
compraventa de empresas y la inversión.
e)
Transparentar las actividades de modo de fomentar aquellas con mayor
potencial.
f)
Determinar más fácilmente el impuesto más eficiente en términos
de aumento de recaudación.
Las
leyes actuales lo permitirían?
Forzando
un poco la coparticipación y las normas de la comisión arbitral se
podría aproximar bastante, pero en realidad haría falta una nueva
ley para los impuestos y una nueva ley de coparticipación a la que
adhieran todas las provincias, previendo un período de adaptación.
Este
tema necesitaría de mucho más trabajo para afinar los números (en
función de datos que no tengo, pero que los Fiscos sí). Por lo que
dejo planteado el tema.
Intento
de demostración rudimentaria:
Por lo menos alguien lee...
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